La neuroeducación es una disciplina que busca integrar los conocimientos de la neurociencia con la práctica educativa. Sin embargo, a pesar de sus promesas, este enfoque no está exento de críticas. A veces nos encontramos con familias neurodivergentes fascinadas con este concepto y nos gustaría aportar nuestra visión a este tema tan controvertido.
Simplificación excesiva del proceso de aprendizaje
Uno de los problemas más destacados de la neuroeducación es la tendencia a simplificar en exceso los hallazgos neurocientíficos para aplicarlos en el aula. La neurociencia es una disciplina compleja que estudia el cerebro y su funcionamiento a un nivel muy detallado. Sin embargo, al intentar traducir estos conocimientos a estrategias educativas, a menudo se pierde la complejidad y se cae en simplificaciones que pueden ser engañosas dando lugar a numerosos "neuromitos" que imperan en las aulas.
Por ejemplo, la idea de que ciertos estilos de aprendizaje (visual, auditivo, kinestésico) están directamente relacionados con la estructura cerebral ha sido ampliamente desacreditada, pero sigue siendo popular en algunos círculos educativos.
Falta de evidencias de éxito en su aplicación
Aunque la neuroeducación se presenta como una disciplina basada en la ciencia, muchos de sus conceptos acaban llegando a las aulas de la mano de teorías que no han sido probadas correctamente y carecen de una base empírica sólida. Los estudios neurocientíficos a menudo se realizan en entornos controlados que no reflejan la complejidad del aula. Además, la interpretación de los datos neurocientíficos puede ser sesgada o simplificada en exceso, llevando a prácticas educativas que no están respaldadas por evidencia robusta. Esto puede resultar en la implementación de métodos que no son efectivos y que, en algunos casos, pueden incluso ser perjudiciales.
Por ejemplo, hoy en día puedes encontrarte educadores aplicando técnicas como las inteligencias múltiples de Garner que hace años que están totalmente desacreditadas. Hace un tiempo un docente nos comentaba que desistía de aplicar ese modelo porque no le estaba funcionando. Cuando le explicamos que el modelo procedía de 1983 y que hace muchos años que a nivel de psicología estaba superado y no se consideraba como válido, le sorprendió muchísimo y no entendía cómo podía llegar ahora a la educación como algo tan novedoso.
Ignorancia de factores contextuales
La neuroeducación tiende a centrarse en el funcionamiento general del cerebro, a menudo ignorando los factores contextuales que influyen en el aprendizaje. El entorno social, emocional y físico en el que se desarrolla el aprendizaje es crucial para el éxito educativo. Un enfoque que no considere estos factores puede fallar en proporcionar el apoyo necesario. Por ejemplo, un estudiante puede tener dificultades de aprendizaje no por una cuestión neurológica, sino por problemas en su entorno familiar o escolar. La neuroeducación, al centrarse exclusivamente en el cerebro, puede pasar por alto estas importantes variables.
Esto es especialmente problemático, porque detrás de estas creencias, vemos mucho dogmatismo. El aprendizaje es un proceso complejo que involucra múltiples factores, como el contexto social, emocional y cultural. No se puede sustituir todo el trabajo de un educador por una "neuroeducación" que algunos profesionales la están ensalzando como si de una religión se tratase. La enseñanza efectiva requiere un enfoque integral que considere tanto los aspectos cognitivos como los socioemocionales del aprendizaje.
Falta de Formación Adecuada
Finalmente, la implementación efectiva de la neuroeducación requiere una formación adecuada de los educadores, algo que a menudo falta. Los maestros y profesores necesitan una comprensión profunda de la cognición y de cómo aplicarlos de manera efectiva en el aula. No se pueden ignorar más de 100 años de estudios científicos desde el campo de la psicología para intentar entender cómo funciona y aprende nuestro cerebro.
Conclusión y su impacto en la neurodivergencia
Lo primero que queremos transmitir es que nadie debería abrazar la neuroeducación como una panacea que lo va a resolver todo. Y menos aún las personas con neurodivergencia. Creemos que la psicología en general y los estudios del aprendizaje son muy necesarios, pero todo debería comenzar con una correcta formación del personal educativo. Es fundamental acabar con los neuromitos y creencias que son nocivos tanto para los docentes, el resto de profesionales que trabajan en educación, y el alumnado y sus familias.
En el caso concreto de los alumnos neurodivergentes, la neuroeducación nunca debería sustituir el diagnóstico apropiado de la cognición ni el trabajo con psicólogos y neurólogos especializados. Más aún cuando algunas de las técnicas neuroeducativas pueden ser incluso contraproducentes dependiendo del problema cognitivo del alumno.